Comentario
En un principio, como respuesta al mundo cultural borgoñón, los héroes antiguos se transformaron en personajes de fábula inspirados en la literatura caballeresca. Los héroes troyanos y divinidades paganas que decoran con sus extrañas indumentarias el exterior de la Casa de los Tiros de Granada, respondían a esta forma pintoresca de entender los temas de la Antigüedad. Pero muy pronto estas ideas fueron desplazadas por otras más modernas acordes con los postulados defendidos por el Humanismo. La decoración de la Cuarta Dorada del mismo palacio responde ya a un nuevo sentido de la Historia al establecer una relación de continuidad entre el pasado y el presente, mediante la inclusión en los casetones del techo de una serie de personajes ilustres que, como Trajano, Carlos V y el promotor del propio programa, resumen la historia heroica de España.
Tenemos bastantes datos como para afirmar que este tipo de decoraciones fueron relativamente frecuentes en los palacios españoles del Renacimiento y demuestran la presencia de unos gustos humanistas en las clases nobles abiertas a este tipo de novedades iconográficas. La Casa de Pilatos, residencia sevillana de los marqueses de Tarifa, es un buen exponente de ello. La relación entre Arte, Cultura e Historia se ejemplariza en la serie de varones ilustres que decoran la galería superior del patio. Representaciones de Cicerón, Horacio y Tito Livio constituyen, entre otras, un grupo de imágenes que demuestran la plenitud con que la cultura europea había penetrado en amplios sectores de la nobleza española. Sirven de complemento a este programa nobiliario los triunfos de Ceres, Flora, Jano y Pomona que, a modo de alegoría de las Cuatro Estaciones, decoran la Sala de las Vidrieras, sirviendo de soporte a las mismas algunos textos de las "Metamorfosis" de Ovidio.
Otros edificios también se decoraron con temas de carácter histórico y mitológico como la Casa Blanca de Medina del Campo o el Palacio del Conde de Morata en Zaragoza, aunque algunas residencias aragonesas, como el palacio zaragozano de Zaporta, desarrollaron complejos programas iconográficos como medio de exaltación de la figura del emperador y su asociación con el patrocinador. En este último ejemplo, los frisos, antepechos y galería alta del patio se cubrieron de temas mitológicos y alegóricos -trabajos de Hércules y alegorías de las Tres Gracias, el Amor y la Ocasión- que trataban de vincular al banquero Zaporta con el emperador, a la vez que permiten interpretar este palacio como el Templo de la Fama. Alguno de estos conjuntos tuvieron un adecuado complemento en los jardines que, como los de la residencia de los Duques de Alba en Abadía (Cáceres) o el desaparecido palacio del Duque de Benavente, disponían de fuentes con temas clásicos, esculturas paganas y una gran variedad de motivos ornamentales, que competían en calidad con algunas de las piezas más señaladas de sus importantes colecciones artísticas.